Los más de 100.000 trabajadores y las trabajadoras de la industria cárnica han dicho basta a la precariedad laboral y a seguir siendo considerados trabajadores de “segunda”. A pesar de haber sido reconocido como un colectivo “esencial” para superar la pandemia, y de haber contribuido con su esfuerzo a incrementar las beneficios del conjunto de las más de 3.000 empresas españolas del sector en más de 4% en 2020, la patronal sigue anclada en el siglo XIX y se niega a modernizar las condiciones laborales en el sector.
Los trabajadores y trabajadoras de la industria cárnica no piden la Luna: tan solo un convenio digno y a la altura de un sector que ha situado a España entre los cuatro primeros países del mundo en producción de carne y que facturó el pasado año 27.959 millones de euros, un 4 % más que en 2019, lo que supone el 22,2 % de todo el sector alimentario español.
La situación económica del sector no puede ser una excusa para mantener bloqueada la negociación del convenio colectivo estatal. Tampoco se trata de un problema de costes laborales ya que estos están por debajo de la media de la industria y son de los más bajos del sector agroalimentario, pese a ser el primer sector alimentario español.
¿Qué ocurre, entonces, para que las patronales cárnicas FECIC, ANICE, APROSA, ANAFRIC y ANAGRASA se sigan negando a asumir las justas reivindicaciones de las personas trabajadoras del sector? Dicen que son malos tiempos para el sector, aunque no lo argumentan con datos, y que todos tenemos que hacer esfuerzos y sacrificios. ¿Todos? Todos no, porque cuando planteamos en la mesa de negociación que las empresas pacten la contención del reparto de dividendos y de las elevadas remuneraciones del personal de alta dirección, o que una parte de los beneficios se reinviertan en tecnologías para mejorar la productividad, la formación profesional y más innovación, o que la moderación salarial se vincule a compromisos de empleo estable, las patronales cárnicas consideran que estas son decisiones que atañen a las empresas y no corresponden a la mesa de negociación.
Desde UGT FICA valoramos las últimas propuestas que la representación empresarial hizo en la reunión del pasado día 29 de octubre. Pero para la Federación es inasumible aceptar posiciones de escaso incremento salarial, de flexibilidad horaria a criterio del empresario, de facilitar la fragmentación de la actividad productiva a través de contratas y subcontratas, o el rechazo a incorporar mejoras socio-laborales que consideramos justas y absolutamente necesarias para modernizar el sector.
El calendario de huelga del 25 y 26 de noviembre, así como de los días laborales comprendidos entre el 3 y el 8 de diciembre, no buscan más que defender y mejorar las condiciones salariales y laborales de un colectivo esencial, que pasan por un Convenio Estatal de la Industria Cárnica digno de este nombre. Han pasado ya once meses desde que se iniciaron las negociaciones para renovar el convenio y estamos a un mes vista de que decaiga el texto del convenio merced a los efectos nocivos de la reforma laboral del PP.
Y mientras se consuma la caída del convenio, las patronales han realizado algún acercamiento en materias concretas, pero siguen alejadas de la posibilidad de acuerdo en temas como el incremento salarial o en aspectos socio-laborales que han dejado directamente fuera de la negociación, como son las excedencias, la ampliación de puestos de trabajo que perciban el de plus penosidad, el incremento del plus de nocturnidad, el tiempo para higiene personal, la seguridad en el trabajo, el complemento en procesos de IT por enfermedad común, la subcontratación de actividades, la regulación del contrato fijo discontinuo, el aumento de los porcentajes de categorías de oficialas/es, la reducción de jornada laboral, etc.
En resumen, las propuestas de las patronales, lejos de situar al sector en el siglo XXI, significan seguir trabajando las mismas horas anuales desde hace décadas, flexibilizar la jornada laboral y trabajar de lunes a viernes con nuevas fórmulas, o abaratar costes en la contratación a través de ampliar los supuestos de contratos de formación en prácticas.
La estrategia de intentar individualizar las relaciones laborales, dejando al margen a los representantes de las y los trabajadores, es una vieja aspiración de algunas empresas cárnicas que persigue desregular completamente el sector, dejando a las plantillas sin ninguna protección. Lamentablemente, no son conscientes de que, sin convenio regulador de las condiciones laborales, sociales y económicas de las y los trabajadores en el sector, las empresas estarían sometidas a una competencia desleal y agresiva que acabaría con muchas de ellas y con los empleos que conllevan, convirtiendo al sector en una verdadera guerra por la supervivencia.
No obstante, y a pesar de la convocatoria de huelga, desde UGT FICA seguimos apostando por el diálogo, la negociación y el acuerdo. Por ello emplazamos a la patronal a seguir trabajando para alcanzar un convenio colectivo digno que beneficie a las dos partes y pueda situar a las y los trabajadores en el lugar “esencial” que les corresponde.
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